Cuando tenía 17,
un chico me obligó a tener sexo
a pesar de que yo no quería.
Me violó.
Sucedió en el baño del colegio.
El que me violó
iba a mi mismo colegio.
No me atreví a decírselo a nadie.
Me sentía demasiado avergonzado.
Dos días más tarde,
se volvió a repetir.
Cuando intentó encerrarme,
grité pidiendo ayuda.
Vino un profesor.
Lloré y le conté
lo de la violación.
Vino la policía y se llevó al chico.
Tenía miedo
de lo que pasaría.
Mi persona de contacto me ayudó
a presentar una denuncia ante la policía.
Le conté a la policía
cómo había sucedido.
Mi persona de contacto
me agarró la mano todo el tiempo.
Recibí la ayuda de un(a) psicólogo(a)
para hablar sobre lo que había sucedido.
Me vino bien
platicar con alguien.
Al cabo de unos meses,
se celebró el juicio.
Entonces tuve que contar de nuevo
la violación.
El que me violó estaba allí.
Escuchaba
pero no me miraba.
No entendí todo,
pero me creyeron.
Me sentí bien.
¡El sexo siempre tiene que ser voluntario!
Si te obligan a mantener relaciones,
es violación.
Da igual quién
te haya violado
o qué sucedió.
¡Siempre tienes derecho a recibir ayuda!
Si te has visto involucrado(a) en una violación,
debes denunciarlo a la policía.
Cuéntaselo a alguien
en quien confíes.
Puedes pedir ayuda
para presentar una denuncia.